4/4/07

Juicios por jurado: la otra campana

Por el Dr. Diego R. Young

Dr. Diego R. Young
 
Extractos:

Dicen Alcalá Zamora y Levene (h) (Derecho Procesal Penal, t. 1, pág. 257, nota al pie nº 13) que “es extraño que dos de los más ilustres procesalistas argentinos se refieren a Jofré y Castro se muestren partidarios del Jurado. Quizás ello se deba a que pertenecen a un país que ha tenido la fortuna de no padecerlo.

El juicio por jurados cuesta mucho, hay que poseer una estructura administrativa que no tenemos, se debe dotar a los fiscales de facultades y posibilidades que no tienen, hay que ampliar edificios y crear una logística que no se tiene.

Un jurado, además, en general sólo puede llegar a comprender asuntos simples, porque generalmente está integrado por personas simples.

Se sabe que el jurado no es “el pueblo” como demagógicamente se dice. Es una selección de gente en las que están impedidos muchos de intervenir, y otros tratarán de no concurrir. En este sentido debe advertirse que las excusas para no integrar jurados que pueden tener que pasar días enteros escuchando testimonios y pruebas, serán muchas. ¡Si estas excusas se ven a menudo en las mesas electorales para un simple domingo o cuando alguien debe declarar como testigo ante los tribunales!

Debe recordarse además que en las ciudades chicas, donde la gente se conoce, habrá que ver si conviene que quienes saben vida y misterios de los demás integren los jurados. Allí el prejuicio es fácil, y el comentario de plaza substituye con frecuencia el difícil análisis de la prueba. Substituirlos por gente de otra ciudad presenta problemas de tipo logístico y presupuestario. Se hace en los países desarrollados, que cuentan además con otras estructuras administrativas y una larga tradición en la materia.

Los juicios, durante muchos años, estarían repletos de improvisaciones donde la primera víctima sería, a no dudarlo, la justicia, y con ello cualquiera de los justiciables.

 

Dr. Diego R. Young
Fiscal en Concepción del Uruguay
Revista Ope Legis N°7